Volar (octubre 2022)

Este ha sido un mes dedicado al vuelo y a todo aquello que impide elevarse en el aire para tomar altura. Dos artículos y un audiorelato nos han hablado de ello.

Vivir sin preocupaciones es posible (y sencillo)

Perdón y libertad

Regreso al hogar (audiorelato)

Ya somos libres, ya estamos completos, ya disponemos de todo lo necesario para vivir la experiencia humana más deseada: la felicidad. Son los lastres que arrastramos los que nos impiden darnos cuenta. Y de estos, hay tres que son los cabecillas que lideran el motín, la asonada para arrebatarnos el cofre del tesoro más preciado: vivir con plenitud nuestra existencia, sin miedos, sin resentimientos, sin dependencias innecesarias.

Las preocupaciones son el primer eslabón de la cadena que nos ata al dolor. Es un mecanismo de anclaje al futuro, imaginando toda suerte de desgracias y males. Se trata de un ejercicio de masoquismo avanzado al que encadenamos nuestros días y noches. Gracias a él, sufrimos, lloramos, temblamos y hacemos mil y una tonterías de la que luego nos arrepentimos.

El miedo está detrás de toda preocupación, alimentándola de terrores y dramas, creando los mejores guiones para llenar de inquietud nuestros días y nuestras noches. Imagina. Por un momento, como te sentirías sin la tenebrosa compañía de la preocupación a tu lado. ¿Vivirías más en paz? ¿Disfrutarías más de todo y de todos? ¿Serías más feliz? Sí, ¿verdad?

Vivir sin preocupaciones es posible y, hasta sencillo, si estamos dispuestos a prescindir de este malsano hábito de proyectar hacia el futuro nuestros miedos y ansiedades. Este es el primer demonio que se nos atraviesa en el camino hacia el cielo de la felicidad. Podemos desterrarlo de nuestra vida si nos damos la oportunidad. En Guía para una despreocupación relajada encontrarás técnicas sencillas y efectivas para irte desvinculando de este pernicioso compañero de viaje. Una creciente sensación de paz y libertad será tu premio.

El segundo lastre que nos impide volar, y no menos importante que el primero, es el rencor y la culpa (su hija predilecta) que nos ancla al pasado, para reconcomernos en lo que pudo haber sido y no fue o en lo que fue y pudo no haber sido. Un ejercicio absurdo de rumiación sobre lo que ya ocurrió, dándole un valor de presente y adornándolo de todo tipo de emociones negativas y dolorosas.

El perdón es el elixir mágico que nos libera de esta pesada y tortuosa cadena con el pasado. Es perfectamente posible adoptar el bendito hábito de dejar marchar, de desprendernos de rencores, comenzando por perdonarnos a nosotros mismos, condición necesaria para poder perdonar a otros.

¿Quién serías tu sin el rencor, sin la culpa, sin la crítica hacia ti mism@? ¿Cómo te sentirías si, de pronto, todo lo que odias en ti y en otros, de lo que arrepientes o de lo que te culpas desapareciese de tu mente? ¿Llenaría el hueco la paz, un mayor de sentimiento de unión y aceptación, una mayor sensación de bienestar? ¿Serías más feliz? ¡Seguro que sí! Y es que la falta de perdón hacia uno mismo o hacia los demás es un doloroso y pesado lastre que arrastramos por la vida, con los pies ensangrentados por las cadenas que nos impiden avanzar.

Aprender a perdonar comienza por hacernos conscientes de todo lo que no nos perdonamos y, como derivada, de lo que no perdonamos a otros, así como de cuál ha sido la ofensa. En Menú de perdones liberadores encontrarás ejercicios muy sencillos, pero muy efectivos, para comenzar a soltar lastre. Una creciente sensación de ligereza y felicidad será tu recompensa.

El tercer demonio en el infierno de la infelicidad es la dependencia de la opinión ajena, la necesidad de sentirse aprobado, apoyado y tutelado por otros. Vivir según expectativas ajenas es algo muy común, aunque es fácil que no nos demos cuenta de ello. Podemos vivir pendientes de causar buena impresión, agradar, sentirnos querid@s o evitar la crítica y el rechazo. Todas estas actitudes beben de la misma fuente: la búsqueda de aprobación. Y no es que sea malo, desear sentirse querid@, o querer agradar, pero si lo es cuando nuestra valoración personal o autoaprobación depende de ello.

Regreso al hogar es el audiorelato que nos habla de como el vivir de las expectativas ajenas es un enemigo acérrimo de la felicidad. Ata nuestra vida a algo sobre lo que no tenemos control alguno: los pensamientos y acciones de los demás.

Todo@s, en mayor o menor medida, vivimos pendientes de las expectativas ajenas. Podemos hacerlo en el entorno más íntimo (pareja, hijos, amigos) asumiendo roles, comportamientos y actitudes tendentes a dar una determinada imagen de nosotros mismos (la que creemos que les gusta); o bien, ampliando el rango a sectores más amplios, tratando de agradar y complacer a todo el mundo en la mayor medida posible. Tratar de evitar la crítica hacia uno mismo o reaccionar de manera violenta (de palabra u obra) contra ella es, también, un modo de buscar la aprobación (nos rebelamos contra la desaprobación).

¿Cómo te sentirías si no te importase lo que pensasen o sintiesen los demás sobre ti, si la única aprobación que necesitases para actuar o decidir fuese la tuya? ¿Cómo será tu vida si permitieses que cada cual tuviese su opinión sin que a ti te afectase? ¿Quién serías tu sin el miedo a ser rechazado, criticado o ignorado? ¿Serías más capaz de aceptar a los demás tal cual son? ¿Los amarías más? ¿Te sentirías más libre? ¿Serías más feliz?

Liberarnos de las tres principales cadenas que nos impiden volar hacia la felicidad en la tierra es perfectamente posible, sin que resulte una tarea de titanes. Solo necesitamos ponernos a ello, convertirlo en un objetivo. Tal vez el más importante para nuestra vida, tal vez el único que nos garantiza poder acceder al cielo que ya vive en nosotros, y del que separan estos tres jinetes del apocalipsis: la preocupación, el rencor y la dependencia de la aprobación ajena.

Te invito a que te des la oportunidad de comenzar a romper tus cadenas. Hacerlo no solo te liberará a ti, sino a tod@s nosotr@s.

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