Guía para una despreocupación relajada

Las preocupaciones nos mantienen ocupados sin llevarnos a ninguna parte. Son una perdida de tiempo y un martirio mental.

Desprendernos del pre nos permite ocuparnos de nuestra vida sin caer en la tentación de adelantarnos a los acontecimientos.

 

Orientación para trabajar este tema
Si estás comenzando a iniciarte en el mundo de la mejora personal, te recomiendo que te centres tu práctica en un único apartado (elige el que mejor se adapte a tus preocupaciones actuales).
Si ya tienes cierta práctica, escoge uno o varios apartados y establece su uso dependiendo de cuál sea la causa de fondo que alimenta tu preocupación en cada momento (anota tus observaciones)

 

1.   Reevalúa las posibilidades

  • Cada vez que sientas la sombra de una preocupación, identifica el objetivo (que es lo que me preocupa) y crea nuevos caminos para llegar hasta él (otros desenlaces alternativos y más positivos), Por ejemplo, si lo que te preocupa es que puedas perder tu empleo, podrías aplicarlo así
    • Objetivo: mi empleo
    • Preocupación: pierdo mi empleo, me despiden.
    • Alternativas: no me despiden, asciendo en mi empresa, encuentro un nuevo trabajo más gratificante y mejor pagado…

Luego, cada vez que te imagines perdiendo tu trabajo actual, sustituye esta imagen mental por cualquiera de las alternativas que has creado y vocaliza una frase que la apoye (“cualquier cosa que pueda ocurrirme en el trabajo es, siempre, para mejorar”)

Este ejercicio te va a ayudar a disolver el hábito de preocuparte sin apenas darte cuenta.

  • Analiza lo que te preocupa, poniendo en tela de juicio lo que temes que ocurra. Pregúntate si lo que te imaginas tiene una alta probabilidad de suceder. ¿En qué te basas?, ¿cuán sólidos son tus argumentos?, ¿qué pruebas lo apoyan?

Escribir las preguntas, junto con las respuestas que surjan (estas y otras similares), facilitará el darte cuenta de la falacia de tu argumentación al apoyar un desenlace fatal.

Resulta esencial cuestionarnos la utilidad de nuestro papel como adivinos y dejar de perder el tiempo con pensamientos catastrofistas.

2.   Análisis histórico

Haz memoria y saca a la palestra las grandes preocupaciones que has tenido en la vida. Anótalas en un papel y especifica para cada una lo que te preocupaba y cuál fue el desenlace real de la situación. Tómate tu tiempo. No se trata de terminar pronto, sino de identificar el mayor número de situaciones posible.

Cuando tengas tu buena colección de preocupaciones del pasado, haz recuento de las veces que has acertado. Después, será interesante que saques tu porcentaje de aciertos (número de aciertos dividido por total de preocupaciones, y multiplicado por cien). Esta será la probabilidad de que aciertes en tus predicciones.

¿Menos de un 5%? (lo habitual, o incluso menos). ¿Crees que mereces confianza como augur? ¿No será mejor permanecer a la espera de acontecimientos, mientras haces lo que te sea posible por encontrar soluciones, si se requiriesen?

3.  Genera confianza

  • Ante situaciones en las que no te sientas seguro (un examen, una entrevista de trabajo, una compra, una enfermedad importante…), fórmate, prepárate, adquiere las habilidades necesarias para acometerla con éxito.

Resulta más frecuente de lo que pueda parecer el no apoyarnos en el aprendizaje como herramienta y, en cambio, dedicar la energía a preocuparnos ante un posible resultado desfavorable. El mejor camino, en estos casos, es informarnos, aprender nuevas habilidades, estudiar y prepararnos para la tarea. Así aumentará nuestra seguridad, lo necesario para dejar de preocuparnos.

  • Cuando tengas una duda importante sobre una elección que debas tomar, y ello genere preocupación ante un resultado no deseado, date tiempo. En vez de prestar atención al miedo por el posible fracaso, distánciate, tomate un respiro, cambia de actividad.

Como contrapartida, si te apetece, ejercita la autoconfianza: recuerda las ocasiones en las que has salido con bien de situaciones comprometidas, crea y repítete frases motivadoras que generen fe en ti mism@, diviértete, haz cosas que te relajen y te gusten mientras esperas a tomar una decisión.

No siempre podemos decidir en el momento. Algunas elecciones (las más relevantes e importantes) requieren de tiempos de maduración más o menos largos, y tenemos que dárselos si queremos optar a la mejor solución. Mientras esperamos, preocuparnos, imaginando desenlaces desfavorables, no va a ayudar. Todo lo contrario. Es mucho más útil emplear el tiempo en hacer cosas que nos gusten y nos relajen. De esa misma relajación surgirán las decisiones correctas, cuando la mente descanse y se reponga.

4.   Disminuye tu dependencia (de cosas y personas)

Una parte importante de lo que nos preocupa tiene que ver con la pérdida de bienes, de personas o de imagen (como queremos que nos vean los demás). Disminuir la dependencia de todo esto, va a influir notablemente en nuestra capacidad para dejar de preocuparnos.

  • Haz una lista con aquellas cosas de las que más te costaría desprenderte. Pueden ser objetos personales, enseres, equipo electrónico o cualquier otra cosa cuya falta pudiese causarte un sentimiento de pérdida importante, o generar un vacío de actividad en el que no supieses que hacer.

Establece un orden en tu lista, poniendo en primer lugar aquello de lo que menos dispuest@ estuvieses a deshacerte.

Toma alguno de esos objetos (de los que dependas más) y dedica un día a prescindir de su uso. Anota, al final de la jornada, que ha significado para ti esa renuncia, cómo te ha afectado, hasta qué punto ha interferido en tu estado de ánimo, y cómo te sientes ante la posibilidad de recuperarlo de nuevo. Anota tanto lo negativo como los aspectos positivos que hayan podido generarse ante tu actitud de renuncia.

  • Haz una lista con las personas que son imprescindibles en tu vida. Selecciona solo a aquellas cuya perdida significaría un profundo impacto para ti.

Escribe, para cada una, los que la hace tan necesaria, qué es lo que te proporciona, qué necesidades cubre, que huecos llena, y, también, lo que tú crees que le aportas.

Con este ejercicio descubrirás de quién dependes y por qué (que te proporciona). Tu trabajo posterior consistirá en estudiar el modo en que puedes disminuir la dependencia. Comienza por buscar maneras de proporcionarte a ti mismo lo que esas personas te dan. Ello no va a disminuir el cariño que puedas tenerles, ni el que ellas te tengan a ti. Tampoco va degradar, de manera alguna, lo que te aportan actualmente. Todo seguirá igual, solo que te ganarás en libertad y ellas también.

  • Dedica un par de semanas a identificar lo mucho o poco que te afecta lo que piensen de ti, y en que aspectos, particularmente.

Identifica estos roles que representas ante el mundo y que para ti son especialmente importantes. Analiza las razones por la que crees que les das tanto valor. Imagina, por un momento que pierdes la buena opinión de los demás (de quienes más te importan): ¿en qué te afecta?, ¿dónde duele?, ¿qué es lo que cruje en tu alma si hablan mal de ti?, ¿cómo afecta a tu autoestima, a tu valoración personal?

Cuando hayas descubierto algunos de los roles que representas más frecuentemente, y las razones por las que necesitas mostrarlos ante los demás, estarás en condiciones de disminuir la dependencia de tu imagen social.

 

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