Lo primero a tener en cuenta cuando hablamos de disfrutar con cualquier cosa que hagamos es ser capaces de enfocar la atención en lo que hacemos, dejando pasar lo que nos venga a la cabeza y no tenga que ver con la tarea que estamos realizando.
Esta habilidad te servirá, no solo para disfrutar más con lo que haces, sino, también, para mejorar en todos los aspectos.
Para empezar, elije una tarea monótona, rutinaria y aburrida que realices a menudo (hacer la cama, lavar los platos…) y que sea relativamente corta. Ponle atención mientras la realizas. Céntrate en los estímulos que percibes a través de tus sentidos. Inevitablemente, tendrás pensamientos. Cuando te des cuenta, déjalos pasar y vuelve a concentrarte en tu tarea.
Este es un ejercicio que requiere de paciencia y constancia. Cuanto más lo hagas, más tiempo serás capaz de mantenerte centrado/a, menos monótona te parecerá la actividad y más disfrutarás de ella.
Practicar relajación y/o meditación/mindfulness de manera habitual, te ayudará a ir más rápido.
- Recupera el juego: déjate ir mientras trabajas, trata de jugar, al mismo tiempo. Deja de hacer la cosas de manera rutinaria y juega más. Puedes, por ejemplo, ventear las sábanas y envolverte con ellas mientras haces la cama o bailar con la almohada. Si estás aseándote, canta en la ducha o juega con el jabón, dejándolo resbalar, mientras te lavas las manos.
Simplemente, sal de la rutina, olvídate de terminar o de pensar y juega. Esto es lo que hacen los niños pequeños todo el tiempo y nunca se aburren hagan lo que hagan.
- Céntrate en lo que te gusta: Elige alguna tarea que no te guste y que, sin embargo, debas hacer. Piensa en lo que no te gusta de ella y busca algo que te agrade (siempre habrá algo. Puede ser lo que consigas al hacerlo, las consecuencias de no hacerla o algún aspecto agradable en su ejecución).
Centra tu interés en eso que te agrada, dejando pasar los pensamientos relativos a lo que no te gusta cada vez que aparezcan.
A medida que realices este ejercicio, irás disfrutando más con lo que hagas, aprendiendo a enfocarte en los aspectos positivos más que en los negativos.
- Cambia tu manera de hacer las cosas: piensa en otras formas de realizar tus ocupaciones habituales, especialmente las más rutinarias. Date la oportunidad de encontrarlas. No es difícil, hay muchas formas distintas de hacer la misma cosa. A veces, es suficiente con alterar el orden o la secuencia de pequeños pasos que incluye cada actividad que realizamos.
Prueba esas nuevas posibilidades y te darás cuenta de que lo que antes te resultaba monótono y aburrido, ahora adquiere un nuevo color y ya no te resulta tan desagradable. Puede que, incluso, empieces a encontrarle puntos de placer en los que no habías reparado antes.
- Gestiona bien el tiempo: deja de hacer cosas que no te aportan nada y gana tiempo para dedicar a esas cosas que nunca tienes tiempo de hacer y que te encantan, o para recuperar actividades perdidas que siempre te encantaron.
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