Guía para lograr lo que me propongo

Asegúrate de entregar tus energías a objetivos que merezcan la pena para ti. No te dejes llevar por emociones, modas pasajeras o frustraciones personales. Reflexiona y elije bien. Esto asegurará el éxito.

Tampoco pretendas metas que involucren a otras personas. Esto solo te traerá disgustos y decepciones. Solo tienes control sobre aquello que dependa, en su mayor parte, de ti. Los demás tienen el derecho y la obligación de decidir sobre sus vidas.

 

♦    Descubriendo al saboteador

  • Una vez te decidas a lograr alguna meta en particular, toma papel y vete anotando, sin pensarlo mucho, todos los peros, los no puedo y los inconvenientes que te vengan a la cabeza. Esta es la voz de tu saboteador.

Úsala a tu favor, plateándote si el objetivo elegido te motiva suficientemente para superar las críticas del personaje en cuestión. ¿Qué pesan más los pros o los contras? La decisión que tomes dependerá de si lo que te propones vale la pena para ti o no.

Esta manera de proceder te resultará útil para establecer objetivos valiosos, desechando aquellos que no te iban a llevar a ningún lado.

  • Si optas por seguir adelante (lo que te propones vale la pena), entonces necesitas acallar la voz que te frena. Ponle objeciones, cuestiona su discurso, pregúntale que beneficio saca de ponerte atrancos, indaga en las razones por las que piensa así. ¿Tal vez recuerda alguna experiencia dolorosa?, ¿quizás hay algo a lo que teme?

Busca y encontrarás.

  • Mantén una conversación con tu saboteador. Ponle cara, visualízalo. Siéntalo frente a ti y disponte a mantener una conversación cordial con él o ella. No se trata de combatirlo, sino de convencerlo. Escucha sus argumentos y contraponle los tuyos. Trátalo como a un niño pequeño lleno de miedos y dudas porque esta es su auténtica naturaleza. No se opone por hacerte la vida imposible, sino porque teme al cambio y a lo que este pueda traer. Trátalo con cariño, pero se firme en tus decisiones.

♦    Creando el Edén

  • Dedica un tiempo cada día a recrear una visión de ti mismo con el objetivo logrado. Te ayudará si primero lo escribes. Descríbelo: ¿cómo es?, ¿cómo te sientes?, ¿dónde estás?, ¿qué haces?

Luego elije el lugar y el momento adecuado para cerrar los ojos y visualizarte disfrutando ya de lo que hayas decidido lograr. Presta atención a tus sentimientos.

Haz este ejercicio con frecuencia. Te ayudará a mantener la visión del faro que te guía.

  • Crea frases cortas que te describan con el objetivo conseguido o en camino de lograrlo. Debes sentirte convencido de lo que escribes (sin dudas internas), capaz de creer que es cierto o puede llegar a serlo. Tómate tu tiempo, retócalas y dales forma poco apoco.

Son carteles que llenarán tu mente de ilusión y energía, haciendo que los discursos negativos que aun puedas albergar vayan perdiendo fuerza y peso.

Repítete estas frases a lo largo del día. En voz alta si estás sol@ o mentalmente si la situación lo aconseja. Escríbelas en adhesivos que puedas pegar sobre tu frigorífico o en notas electrónicas en tu ordenador o teléfono móvil.

  • Haz collages y montajes con fotos y textos (en una cartulina o en el ordenador) que te recuerden el objetivo. Disfruta haciéndolos y míralos con frecuencia. También puedes irlos modificando según sientas.

♦    Caminando hacia la meta

  • Elabora un panel con los pasos que consideres necesarios para llegar a la meta. Comienza por el cartel de llegada: el escenario que has recreado en el punto anterior.

Desde ahí vete hacia atrás en el tiempo hacia el lugar donde estás ahora. Describe los pasos que debes de dar, las tareas a realizar, las acciones necesarias que debes llevar a cabo en cada paso del camino.

No te obsesiones por si has incluido los pasos adecuados, por si están mejor o peor descritos, por si te has olvidado de algo o por si no terminas de encontrar cómo hacerlo. Plantéatelo con calma, date tiempo. Retómalo al día siguiente o al cabo de unos días. Elabora despacio tu ruta, despiézala, retócala, remiéndala, rehazla. Es un proceso de refinación que avanza a medida que le dedicas tiempo. Al final tendrás un mapa del tesoro que te convencerá y será realizable.

  • Comienza a caminar: con tu plano listo para emprender el camino, acomete el primer tramo. ¿Qué necesitas hacer (o no hacer) ?, ¿qué decisiones debes tomar?, ¿qué acciones debes emprender?

Comienza a andar sin preocuparte del tiempo que pueda llevarte o las dificultades que puedas encontrar. Solo decídete a empezar.

Un viaje de mil millas comienza con un solo paso (atribuida a Lao Tzu)

  • Desvincúlate del resultado y disfruta: este es un paso esencial, sino primordial en el camino del logro.

No debes sufrir el destino sino disfrutar del camino. No conviertas el viaje hacia tu objetivo en un vía crucis. No te permitas preocuparte, ni enfadarte, ni decepcionarte mientras prosigues hacia el cartel de meta. Olvídate, de hecho, del cartel y centra tu mirada en el faro con frecuencia.

La senda que lleva al éxito tiene mucho que ver con desvincularse de los resultados y divertirse en el viaje.

La ruta está trazada, los pasos marcados. Ahora haz como si nada de esto te importase y limítate a disfrutar de cada día, de cada momento, de cada acción que te acerca a tu destino. No te obsesiones con llegar, céntrate en pasarlo bien, en gozar de tu aventura. Esto es lo importante. Lo descubrirás cuando llegues.

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