Estrategias antisabotaje

No es la vida, ni las circunstancias, ni los demás quienes se oponen a tu avance, sino tú mism@ el que te disfrazas de obstáculo para disculpar tus renuncias y justificar tu rendición.

Saltar la valla, escalar el muro, rodear la montaña son los caminos que te llevarán a terminar con todo esto.

 

Un viaje de mil leguas comienza con un solo paso (atribuido a Lao-Tze)

Haz una lista con todas aquellas pequeñas cosas que tienes aparcadas, pendientes desde hace tiempo y que, pese a que sabes que debes o deseas hacerlas, aún no has tenido tiempo (o cualquier otra disculpa que tengas a bien considerar)-

Luego, proponte hacer una o dos por semana. Ir tachándolas de la lista a medida que las vas realizando servirá de acicate para que te decidas. A medida que vayas tachando más y más cosas de tu lista, será más fácil.

No incluyas en tu lista tareas complejas, difíciles o que te revuelvan el estómago. Comienza por lo sencillo, lo fácil.

 

Escribe los discursos del saboteador y ríete un poco

Dale contenido por escrito a los argumentos que te das para no hacer algo que consideras necesario o deseable. Anota los peros. Hazlo, no para una de esas cosas que has pospuesto para hacer vete a saber cuándo. Hazlo para varias, al menos seis o siete.

Cuando hayas recopilado todas las justificaciones, saca factor común, busca los motivos recurrentes que están detrás de tu renuncia a actuar. Te darás cuenta de que tus argumentos para dejar de hacer se repiten, que el discurso del saboteador es de lo más aburrido y falto de sentido.

Reflexiona sobre lo que has escrito. Analízalo, cuestiónalo … y ríete. ¿O es que sus argumentos no te resultan cómicos?

 

Crea un nuevo personaje: el Liberador

El Liberador es la antítesis del saboteador: decidido, osado, motivador, siempre dispuesto a solventar los obstáculos y entregado a apoyarte en todo lo que te propongas.

Cada vez que oigas al boicoteador entrando en tu cocina, abre la puerta al Liberador. Un buen modo de hacerlo es llamarlo en voz alta: «¡Liberador, ven, por favor!» (¿Te ríes?… pues no creas que es una tontería. Prueba y verás lo efectivo que es).

Luego, una vez que notes que ha entrado en la cocina puedes darle instrucciones. Por ejemplo: «Liberador, ¿puedes echar de aquí a este agorero que no hace más que repetirme sandeces?». Añade todo lo que quieras. Puedes, también, hablarle al saboteador, mandarlo a la …. O lo que se te ocurra.

Sera como sea, la entrada en escena de este personaje, antítesis del agorero que ya conoces, hará que te resulte mucho, pero mucho más fácil, echar de tu vida a quién no sirve más que para amargarte la existencia y convertir tu vida en una cárcel, aunque trate de hacerte creer que es un palacio.

 

Piensa menos y haz más.

Este es, sin duda, el CAMINO por excelencia, que resume los otros tres, y que sirven de apoyo a este. Simplemente, haz lo que debas o quieras hacer. Sí, eso que has postergado tantas o veces o eso otro que no tienes ganas de acometer, aunque creas que debes hacerlo.

Solo date un pequeño empujón y no pienses (pensar da fuerza al agorero). Solo hazlo. Acostúmbrate a actuar cada vez que sientas la voz que te frena. El hábito conseguirá que cada vez la oigas menos.

Comparte este contenido

Deja un comentario