Guía para un guerrero de la Vida

El hombre es el único ser en la naturaleza que tiene conciencia de que va a morir. No se da cuenta de que, con la conciencia de la muerte, sería capaz de ser más osado, de ir mucho más lejos en sus conquistas diarias, porque no tiene nada que perder, ya que la muerte es inevitable.

Paulo Cohelo

 

 

♦    Comienza por las pequeñas cosas

  • Entrénate con retos sencillos, con cosas que no te atrevas a hacer o a decir, aunque creas que deberías: una llamada telefónica que no te atreves a hacer, cambiar de look, comprar esa cosa que tanto te apetece, realizar ese viaje pospuesto y tan deseado, decirle que lo quieres o la quieres…

Comienza por ahí. Acostúmbrate al sabor de la osadía, a dar pequeños pasos en la conquista de tu libertad de ser, de actuar, de decidir cómo deseas vivir y a qué quieres dedicar tu tiempo. Cada vez que sientas el impulso de actuar y no te atrevas, llénate de valor y toma acción. La repetición automatizará tu comportamiento y te irás haciendo más osad@ sin darte cuenta.

  • Elabora una lista de cosas que tienes aparcadas desde hace tiempo y te apetece hacer. Ordénalas según lo importantes o deseables que te resulten, aunque te resistas a ponerte a ello por miedo, duda, vergüenza o cualquier otro freno emocional.

Comienza por implicarte con las dos primeras acciones de la lista durante la próxima semana (es preferible que escojas los días en que vas a realizarlas). Luego, otras dos la siguiente semana, hasta que termines con todas.

Lleva una libreta de experiencias donde anotar como te ha ido, lo que te ha costado, las resistencias que has notado y cómo te has sentido después de finalizar cada una.

Esta lista te va a dar muchas pistas sobre cuáles son los aspectos que más te frenan a la hora de llevar adelante lo que te apetece. Luego, podrás tenerlos en cuenta cada vez que percibas que no te atreves a actuar con algo que consideras debes hacer. Recordar cómo lo superaste anteriormente te facilitará conseguirlo de nuevo.

♦   Incorpora nuevos hábitos a tu vida

  • Pregunta más: muchas veces nos cortamos por miedo a preguntar algo que desconocemos o a informarnos sobre algo. Esta falta de iniciativa para inquirir también es fuente de muchas discusiones y malentendidos.

A falta de respuestas solemos elaborar las nuestras propias que van a mostrarnos solo una pequeña parte de la realidad: la nuestra.

Introduce el hábito de preguntar más cuando no entiendas un comportamiento o te sientas incomod@ ante una situación. Indaga en las razones que el otro tuvo para hacer algo que te disgustó o encuentra respuestas a situaciones que te descolocan. Y hazlo desde la inocencia, abriéndote a la respuesta y sin prejuzgar o enjuiciar.

  • Aprende a decir no con amabilidad: muchos noes que no se pronuncian son capaces de comprometernos o hacernos aceptar algo que no deseamos. Ser sincero y decir no cuando algo no nos apetece, cuando no compartimos una opinión o no deseamos participar en una actividad, nos hará más libres.

Pero necesitamos aprender a hacerlo con sinceridad, desde el corazón, sin disculpas, sin miedo, sin enfados, sin justificaciones. Asistid@s por el derecho que tod@s tenemos a elegir.

Se amable, pero di no cuando tengas que decirlo. Te ahorrará muchos disgustos, malentendidos y enfrentamientos innecesarios cuando intentes decir un no tardío.

  • Ofrécete cuando veas una oportunidad de poner en práctica algo que deseas hacer y necesita de la colaboración o la aceptación de otros.

No te cortes. Si aparece la oportunidad para ejercer de lo que te gusta, abre tu mano y presenta tu opción. Nada tienes que perder, salvo el orgullo herido (trasto inútil para dejar en el desván). Si no sale, no importa, inténtalo la próxima vez, y la próxima…

La persistencia es la clave del éxito.

  • Negocia cuando lo que deseas llevar a cabo necesita del apoyo de otro u otros. Busca un punto de encuentro que sea beneficioso para ambos. Lo que tú puedes dar y lo que la otra parte te puede dar. Estudia sus necesidades y las tuyas. Busca sincronías, encuentra soluciones que puedan satisfacer a ambas partes y plantéalas.

No te desanimes si no sale a la primera (cosa harto difícil). La negociación es un toma y daca, una aproximación sucesiva hasta llegar al punto de equilibrio.

Tanto el ofrecimiento como la negociación se pueden aplicar a las relaciones, los negocios, las asociaciones o cualquier tipo de comunicación entre seres humanos, incluidas las íntimas y las familiares.

♦   Cambia tus prioridades

Imagina una balanza, en la que en un platillo pones lo que deseas hacer, y en el otro lo que te frena. Cada vez que tu osadía se vea mermada será porque las pesas que has puesto en el plato de las resistencias serán mayores que las que hay en el lado de los deseos. Tus prioridades estarán en el miedo (al fracaso, al qué dirán, a perder la imagen que quieres mostrar…). ¿Vale la pena? ¿Es gratificante? Puedes darle la vuelta.

  • Ejercicio de visualización

Imagínate a punto de hacer aquello que deseas, y representa la escena frente de ti. Date la vuelta hacia atrás para ver la bola de presidiario que te está frenando (puedes sustituir la bola por una losa, un cepo o cualquier otra cosa que te impida avanzar). Con unas tijeras mágicas corta la cadena que te une a tu resistencia. Observa como se aleja de ti, mientras se va empequeñeciendo y su color se torna hacia el blanco y negro. Mira ahora hacia adelante. Observa tu objetivo, lo que deseas hacer. Visualízalo brillante, grande, colorido. Añade olores, sabores y tacto a la experiencia, si es posible.

¿Cómo te sientes? ¿Bien? ¡Pues, ADELANTE! Avanza. Vete hacia lo que quieres hacer, lograr o adquirir. Ya no hay cadenas. No hay trabas.

  • Cambia el foco: cada vez que sientas que algo está frenando tus ganas de hacer algo importante para ti, deja de mirar hacia atrás y mira al frente. Controla tus pensamientos. Potencia los que te muestran la imagen de lo que quieres realizar, lograr o alcanzar y disminuye tu atención hacia aquellos otros que te muestran los peros.

Efectúa este ejercicio cada vez que pienses en eso que te apetece hacer y no te atreves. Acostumbra al caballo desbocado de la mente a obedecerte (tú lo controlas). Selecciona los pensamientos que te muestran lo que deseas conseguir (imagínate que ya lo has logrado). Poténcialos, y deja marchar a los que insisten en mostrarte las dificultades. Ignóralos, cambia tu foco cada vez que aparezcan.

Poco a poco, notarás como vas dejando de pisar el freno y te atreves a acelerar con mayor frecuencia.

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