Protestar por algo que no nos gusta, criticar comportamientos que rechazamos, o asumir el rol de víctima frente a los demás, lejos de favorecernos, evita que podamos dejar atrás aquello que no deseamos que suceda o haya sucedido. Un camino seguro para evitar encontrar caminos de superación que nos lleven más allá. Una excelente forma de desperdiciar tiempo y energía.
Estrategias para pasar de la queja a la proactividad
Superar el victimismo requiere de un cambio de mentalidad. Dejar de enfocarse en lo negativo para abrazar la vida en su totalidad, con sus luces y sus sombras. Dejar de ser una víctima trae beneficios asociados, como la mejora de la autoestima, la resiliencia y la capacidad de adaptación.
He aquí algunas estrategias para vencer este hábito tan devastador…
- Haz de la gratitud tu mejor arma: Es este, tal vez, el mejor antídoto contra el victimismo. No resulta posible sentirse agradecido y mantener, al mismo tiempo, una actitud de queja (inténtalo y verás que no puedes).
- Despiértate cada mañana con un espíritu de agradecimiento: por un buen sueño, por disfrutar de salud, por sentirte querido, por tu trabajo, por el sol que te calienta, por la ducha caliente que acabas de darte, por el olor del café recién hecho… hay cientos de razones por las que sentirse agradecido, por muchas que sean las desgracias que sientas que te rodean.
- Acostúmbrate a dar las gracias, y no solo porque alguién te haga un favor. Deja que esta palabra salga de tu boca muchas más veces de lo habitual.
- Felicítate cada vez que consigas un objetivo por pequeño que sea: agradécete tu esfuerzo, tu empeño o tu resiliencia por haberlo logrado.
2 Convierte al espejo en un aliado: cada vez que sientas como el furor, la amargura o el odio asoman a tu cara, impulsados por circunstancias desfavorables, mírate en el espejo. Observa tu semblante, el rictus de tu rostro, las arrugas que lo surcan, el encendido o el apagado de tu mirada. Mantén tu atención durante un tiempo y, luego, cambia la expresión. No importa hacia donde, solo modifícala. Puedes incluso, si te sientes con ánimos, caricaturizar tus gestos. Te darás cuenta de lo fácil que resulta transformar las emociones con solo cambiar el rictus de tu semblante.
3. Deja de mirarte al ombligo: asume una responsabilidad personal como director o directora de tu vida. Deja de culpar a los demás de tus «desgracias» y céntrate en buscar soluciones. La proactividad es un arma poderosa para superar la actitud de queja y convertirte en una persona más positiva y optimista, a la par que más feliz y satisfecha con su vida.
4. Practica el perdón: el rencor es un mal compañero de viaje y un estorbo importante a la hora de superar el victimismo. Haz del olvido un aliado. No hay necesidad de rebuscar en la memoria en pos de las afrentas y las ofensas que los demás puedan haberte hecho. Acostumbrar a la mente para ejercer el olvido de los oprobios es el mayor regalo que podamos hacernos y un atajo para abandonar el mar de las quejas y las insatisfacciones permanentes.
5. Desarrolla la capacidad de resiliencia: la adaptación es el arma secreta de la evolución, la varita mágica que ha hecho de la vida un elemento capaz de adaptarse a cualquier entorno y circunstancia. Por ello, constituye una herramienta altamente eficaz para superar el victimismo. Aprender a centrarnos en las soluciones en vez de en los problemas, aumenta considerablemente nuestras posibilidades de convertirnos en personas resilientes, capaces de enfrentar los desafíos que nos trae la vida con un espíritu vencedor.
Una combinación equilibrada de estos cinco factores en el día a día es lo que nos permitirá, poco a poco y pasito a pasito, sentirnos cada vez menos víctimas de las circunstancias y más dueños de nuestro destino. Aprenderemos a navegar a favor de los vientos y las corrientes. Y seremos capaces de ponerlos a nuestro favor, como navegantes experimentados, en vez de asustarnos y escondernos frente a los desafíos, ocultos tras la engañosa máscara del victimismo.
Cómo crear hábitos que refuercen tu proactividad
La proactividad es el resultado de hábitos diarios que te llevan a actuar en lugar de esperar que las circunstancias cambien por sí solas. Para lograrlo, puedes seguir estos pasos:
- Establece pequeñas metas diarias y semanales: En lugar de enfocarte en grandes objetivos que puedan resultar abrumadores, empieza por descomponerlos en pequeñas acciones que puedas realizar cada día. Por ejemplo, si quieres mejorar tu rendimiento diario porque nunca consigues completar lo que te propones, comienza por planificar tu jornada la noche anterior. Al cumplir estas pequeñas metas, entrenas tu mente para tomar acción constante.
- Crea un entorno que favorezca la acción: Rodéate de estímulos visuales o herramientas que te impulsen a moverte hacia tus objetivos. Coloca recordatorios, notas motivacionales o metas visibles en tu espacio de trabajo. Incluso algo tan simple como una alarma en el móvil puede recordarte que es hora de actuar.
- Revisa tu progreso regularmente: Al final de la semana, haz una revisión de lo que has logrado. ¿Qué hábitos te han acercado a tus metas? ¿Qué ajustes puedes hacer para mejorar? El análisis frecuente te ayuda a mantener el enfoque y ajustar los hábitos que no funcionan.
- Sé constante, aunque sean pequeños pasos: La clave del éxito es la constancia. Aunque sientas que los cambios son mínimos, es la suma de esos pequeños pasos la que genera grandes avances a largo plazo.
Herramientas prácticas para mantenerte enfocado en soluciones
En lugar de quedarte atrapado en la queja o el victimismo, existen herramientas muy efectivas que pueden ayudarte a centrarte en la acción y la solución de problemas.
- Listas de tareas priorizadas: Tener una lista de tareas te ayuda a organizar tu día y enfocarte en lo que realmente importa. Aplica la regla de priorización: clasifica las tareas según su impacto y urgencia. Puedes usar aplicaciones como Todoist, Asana o simplemente una libreta para llevar un registro de tus avances. Esto te permite visualizar claramente lo que debes hacer y avanzar de manera constante.
- Diario de soluciones. Llevar un diario donde anotes tus problemas y posibles soluciones es una excelente manera de entrenar tu mente para enfocarse en la acción. Cada vez que te enfrentes a un reto, escribe no solo lo que te preocupa, sino al menos tres posibles soluciones. Con el tiempo, verás patrones en tu capacidad para resolver conflictos y problemas.
- Técnica del “reencuadre”. El reencuadre es una técnica psicológica que consiste en cambiar la perspectiva con la que ves un problema. Cada vez que te enfrentes a una situación difícil, pregúntate: “¿Cómo puedo ver esto de manera diferente?”. Al reinterpretar el problema, puedes encontrar soluciones que no habías considerado antes.Te ayuda a generar alternativas de acción al cambiar la forma en que percibes el problema.
Estas herramientas no solo te ayudan a gestionar mejor tu tiempo y tus tareas, sino que también te entrenan para pensar en soluciones de manera activa, alejándote de la queja y acercándote a la proactividad.
Como colofón te dejo este video que, para mí, es un o de los mejores ejemplos de supèración personal que he conocido. No creo que después de verlo vuelvas a quejarte nunca más.