Fluyendo con la Vida

Cuando fluimos con los acontecimientos, todo se vuelve más sencillo, más liviano, más llevadero, más divertido. Es una actitud natural que solo puede traernos bendiciones y una fuente inagotable de soluciones creativas ante los inconvenientes y los imprevistos

 

  • Deja de querer controlarlo todo: permite que el día sea el que marque el ritmo, mientras tú manejas el timón.

Planifica tu día, organízate, distribuye el tiempo, pero no seas estricto. Date márgenes de libertad, acepta que pueden presentarse inconvenientes e imprevistos que te van a obligar a efectuar cambios en tus planes. Es más, cuenta con ellos. Acostúmbrate a no hacer de tu planificación una cuestión de vida o muerte.

Programa, organiza, administra, pero déjale su parte a la Vida, a lo inesperado, a los obstáculos. Míralos como oportunidades para pulir tus objetivos, para redefinir tus metas, para aprender, en definitiva.

  • Date permiso para hacer cambios: evita ser rígido en tu personalidad, en tus acciones, en tus hábitos, en tu entorno.

Date la oportunidad de realizar cambios con cierta frecuencia. Suéltate. Prueba nuevas actitudes, nuevas actividades, nuevas maneras de reaccionar y de comportarte. Cambia hábitos arraigados, cambia la decoración, cambia tu manera de vestir… Y diviértete haciéndolo.

Lleva un diario de cambios. Cada vez que modifiques algún comportamiento, hábito o actitud en ti o tu entorno, anota lo que ocurre. ¿Cómo te has sentido al hacerlo?, ¿cómo ha influido en tu vida, en tus relaciones, en tu salud, en tu sensación de bienestar? Este diario te ayudará a desterrar lo que te hace daño y acoger lo que hace sentir bien.

  • Acepta la diversidad y enriquécete con la variedad: no trates de cambiar a nadie. Permite que cada cual decida como quiere ser y cómo vivir.

Si el comportamiento o la actitud del otro interfiere, de algún modo, con tu propia libertad de acción, apártate o busca la manera de convivir con ello, pero no intentes cambiar al otro. Solo funcionará aquello que modifiques en ti para adaptarte a la situación.

Nadie tiene derecho a decirte cómo debes vivir ni lo que debes hacer, pero tampoco tú tienes la potestad de poder dictar como deber ser el comportamiento de los demás.

Nada es bueno ni malo, acertado o equivocado. Simplemente es distinto. Acostúmbrate a verlo de este modo y te evitarás muchos enfrentamientos, disgustos y decepciones.

  • Cambia el por qué por el para qué: Deja de preguntarte por qué te ocurren las cosas cuando se tuercen tus planes o se presentan dificultades importantes. Es una pregunta que solo te lleva hacia el victimismo y evita que encuentres soluciones.

Cambia la pregunta hacia un “¿para qué puede servirme esto?”. Busca la utilidad, la lección, el aprendizaje. Sácales partido a los obstáculos. A poco que te acostumbres a preguntar de esta manera, comenzarás a encontrar respuestas, y descubrirás oportunidades donde antes solo veías dificultades. ¡Te lo aseguro!

  • Utiliza tu cuerpo como compañero hacia una nueva manera de sentir: si haces fluir tu cuerpo, tu mente y tu espíritu lo seguirán. Es la magia de la íntima conexión que existe entre mente y cuerpo.

Baila, deja que tus músculos se muevan con libertad. Ensaya otros modos de caminar más sueltos y espontáneos. Mueve todas tus articulaciones. Si te apetece, practica ejercicio físico estimulante que te ayude a soltar el cuerpo (rutinas que incrementen la flexibilidad son especialmente útiles). Todo ello servirá para que tu cuerpo se libere de tensiones innecesarias y se mueva con mayor fluidez.

Soltar tu cuerpo conseguirá que tu mente, tus hábitos, tu comportamiento y tus actitudes vitales también adquieran una mayor libertad de movimientos.

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