Escribir nos permite poner en orden pensamientos y emociones; hacernos conscientes de aspectos personales que, por lo general, nos pasan desapercibidos; comunicar lo que, de otro modo, no seríamos capaces de expresar, y dejar constancia de nuestras experiencias para que otros puedan aprovecharse de ellas.
♦ Diario personal: es la manera más clásica de introducirse o recuperar la magia de la escritura. Un diario nos brinda la oportunidad de conocernos mejor, ayudándonos a descubrir lo que odiamos y, también, lo que amamos; lo que nos hace daño y lo que nos energiza.
Es la mejor terapia contra la depresión, el miedo, las preocupaciones y cualquier otra alteración del ánimo. Un medio de descarga emocional sin contraindicaciones ni efectos secundarios.
Un diario no necesita tener una estructura ni un orden determinado, excepto acordarnos de anotar la fecha, lo que nos da una visión histórica de nuestro paso por la vida. A través de sus páginas, podemos descubrir más sobre quienes somos, encontrar soluciones inesperadas para nuestros problemas del día a día, aprender a perdonarnos, y encontrar mejores maneras de apoyarnos y motivarnos.
Te animo a que escojas una bonita libreta o abras un documento en tu ordenador, y comiences, hoy mismo, a escribir en tu diario. Hazlo durante un mes y repasa lo que has escrito semanalmente, anotando las conclusiones a las que llegues a medida que leas la historia de tu vida contada día a día. Te sorprenderán los resultados. ¡Te lo aseguro!
♦ Carta a una persona ausente: este es un ejercicio que nos sirve para recuperar, de algún modo, un pasado que nos inquieta o nos duele. Nos sirve para comunicarnos con alguién que ya no está, bien porque ha muerto o desaparecido, o porque se ha alejado de nosotros. El mensaje que ha quedado sin compartir puede llegar a ser muy doloroso cuando nos danos cuenta de que ya no hay tiempo porque la persona ya no está. Escribirle una carta, manifestándole todo lo que hubiésemos querido decirle, sin cortapisas, sin miedos, sin censura, nos va a permitir vaciarnos de sentimientos dolorosos y dar a nuestra comunicación la profundidad que hubiésemos deseado, a pesar de no tener delante al destinatario.
Es fácil que las emociones se desborden mientras escribimos. Es altamente terapéutico si te sucede. No se deben reprimir las emociones que puedan surgir. Al terminar, tras volcar nuestros sentimientos, guardados por largo tiempo, sobre el papel, nos encontraremos con una maravillosa sensación de paz, y ante una nueva visión de lo que pudo haber sido y no fue.
Luego, podemos quemar la carta (lo mejor). El fuego será el símbolo de la transmutación de nuestros sentimientos. Con el humo ascendiendo hacia un cielo liberador, nos estaremos despidiendo de esa persona como siempre hubiésemos querido hacerlo.
♦ Diálogo con nosotros mismos: en este ejercicio adquirimos una doble personalidad. La primera pregunta (como desde fuera): ¿qué te pasa?, ¿por qué estás así?, ¿qué echas en falta?, ¿qué podrías hacer). La segunda responde desde el interior.
Este juego de preguntas y respuestas es una manera tremendamente efectiva de orientarnos cuando nos encontramos perdidos sin saber que hacer o qué decisión tomar. También, para cuando nos sentimos mal (angustiados, tristes, agotados…) sin saber muy bien lo que nos pasa o, necesitamos, sencillamente, aclarar ideas.
Mediante esta técnica tan sencilla podremos encontrar respuestas sorprendentes e imaginativas, y soluciones simples a problemas que nos parecían insalvables.
Es importante que entre pregunta y respuesta dejemos pasar un breve lapso de tiempo para cambiar nuestro papel, entre el que pregunta y el que responde. Al responder, no pienses si tu contestación es adecuada o válida. Responde lo primero que te venga a la cabeza y anótalo.
♦ Caminar hacia tus objetivos: Imagínate, por un momento, que ya has logrado el objetivo que te has propuesto conseguir, sea cual sea. Visualízalo todo: dónde estás, con quién, cómo te sientes. Anótalo en un papel o en un medio electrónico. Descríbelo como si estuvieses escribiendo el guion de una película o contándole a alguién la experiencia por la que estás pasando.
No te cortes, se generos@ en detalles, disfruta de tu triunfo como si ya lo tuvieses enfrente. Se trata de potenciar un determinado objetivo mediante el poder que nos da la descripción y visualización del logro.
Una vez que hayas terminado tu redacción, léela despacio. Recréate en la lectura y complétala, si lo crees necesario, en los días siguientes. Reléelo a menudo, disfrútalo, contágiate como lo harías al ver una película o leer un libro. Identifícate con el personaje, metete en la historia. Deja que tu alegría se manifieste por haberlo logrado y apóyalo, aún más, tratando de comportarte en tu vida diaria “como si” ya lo hubieses conseguido.
La imaginación es el poder creador mayor del que dispone el ser humano. Se trata de ponerla a tu servicio. En palabras de Einstein: “La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado y la imaginación circunda el mundo” (entrevista en The Saturday Evening Post en 1926). No lo olvides y ponlo en práctica.
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