Contra el vicio de pensar…

Aprender a controlar el pensamiento, utilizando la mente solo cuando la necesitemos, no es algo inmediato. Exige constancia, entrenamiento y, sobre todo, motivación. Pero, como compensación, podemos tener la seguridad de que los beneficios serán enormes con cada pequeño paso que demos.

 

 

  • Fórmate: Lee sobre el tema, descubre lo que otros han contado sobre su propia experiencia y también lo que en amplios sectores de la ciencia comienza a plantearse, al respecto. Una nueva visión sobre la mente y el pensamiento está fraguándose desde distintos sectores (científico y espiritual) del saber y la experiencia humanas. Es interesante que los leas y te abras a otras posibilidades.

En el texto del post puedes encontrar algunas pistas sobre algunos autores que puedes consultar. Tu motivación te llevará a otros.

  • Aprende a distinguir lo útil de lo inútil: observa durante una semana el tipo de pensamientos que tienes. Anota los más relevantes y repetitivos.

Al final de la semana clasifícalos. Descubre la cantidad de pensamientos inútiles, perjudiciales (te hacen sentir mal) o simplemente absurdos que tienes a lo largo del día. Te darás cuenta, también , de lo mucho que se repiten (por esto, una semana es tiempo más que  suficiente para detectar los pensamientos más frecuentes). Ser consciente de ello te dará motivación para querer cambiar este estado de cosas.

  • Aprende a desvincularte de tus pensamientos: entrenarse en el maravilloso arte de ver los pensamientos pasar sin engancharse a ellos, es un primer paso esencial para superar la adicción a pensar.

Puedes comenzar por dedicar un rato al día a sentarte en un lugar aislado en el que nadie te interrumpa, ponerte cómodo/a, cerrar los ojos, y dedicar unos minutos a prestar atención a tus pensamientos: como surgen en la conciencia, como tratan de llevarte con ellos y luego, simplemente, despréndete, déjalos marchar uno tras otro.

Ejercítate  día tras día. Cada vez será más sencillo y podrás hacerlo por más tiempo.

Notarás que, al principio, tu mente tratará de rebelarse mediante pensamientos del tipo “vaya tontería”, “qué aburrido es esto”. No importa, trabaja también sobre este tipo de pensamientos. A medida que practiques, la pereza se irá diluyendo.

Notarás también que cuanto más atento/a estés a como surge el pensamiento, más en blanco permanece tu mente. Y es que la atención (la presencia, según palabras de Tolle) diluye el pensamiento, instalándonos en el ahora.

  • Introdúcete en el mundo de la meditación y el mindfulness: la antigua práctica de la meditación o la más reciente del mindfulness (una recopilación y adaptación de la técnica milenaria) pueden ayudarte mucho a controlar el desbocado caballo de la mente.

Busca, al menos, un par de días a la semana para comenzar a practicar. 5 minutos para comenzar  está bien, para, poco a  poco, ir incrementando este tiempo hasta veinte minutos o más, según tu necesidad y capacidad.

Además de la meditación formal de la que todos hemos oído hablar (sentado en una silla o sobre el suelo con los ojos cerrados), es altamente conveniente (y efectivo) extender los períodos meditativos a las actividades de la vida diaria. Esta es una práctica que te recomiendo comiences a ejercitar lo antes posible. En la múltiple información gratuita sobre mindfulness que puedes encontrar en Internet tendrás material suficiente para entender y poner en práctica esta maravillosa forma de vivir tus actividades, libres, en lo posible, del pensamiento disfuncional.

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