Retrocediendo en el tiempo

Mantener un aspecto juvenil, una buena forma física o una excelente salud son deseos que surgen naturalmente a medida que los años avanzan y el imparable reloj de la vida nos recuerda que ya no somos unos niños.

Es innegable que el cuerpo, esa maravillosa máquina que nos permite interactuar con el mundo físico, va perdiendo brillo a medida que lo hacemos transitar por los mil y un senderos que recorremos en nuestro peregrinar de un lado a otro, pasando de una estación a la siguiente. Es una propiedad que comparte toda materia existente en el universo. Y nosotros no íbamos a ser una excepción, ¿verdad?

Pero no es este, la inevitabilidad de la muerte física, el tema central de este artículo, sino algo mucho más práctico y relevante para todos aquell@s que, como yo (y como tú y como él…) vamos cumpliendo años y adquiriendo el nunca bien ponderado título de persona mayor.

Pero, ¿mayor en qué?: ¿en años?, ¿en experiencia?, ¿en sabiduría?, ¿en bienestar? … Pues un poco de todo y un poco de nada. Me explico…

Tendemos a identificar mayoría de edad (o juventud acumulada, como prefiere llamarla M. A. Puig, un comunicador de primer nivel, además de muchas otras cosas) con pérdida. Perdemos salud, energía, ilusiones, capacidades… Pero también resulta posible, por muy sorprendente que pueda parecernos, que suceda todo lo contrario. Es decir: que ganemos en salud, en energía, en ilusiones o en capacidades. Esta manera de interpretar el paso de los años no solo va a dulcificar el innegable paso del tiempo que refleja nuestro cuerpo, sino que, y esto es lo realmente importante, va a conseguir que vivamos la aventura de envejecer con la misma ilusión, sino mayor, que la manifestamos al pasar de la adolescencia a la madurez.

Conseguir vivir la mayoría de edad (juventud acumulada) con un espíritu de aventura y disfrute es algo que depende, en gran manera, de la actitud mental con la que nos enfrentamos al paso del tiempo. Es habitual que ante los primeros signos (pelo cano, arrugas, achaques que van en aumento, perdida de las fuerzas, etc.) comencemos a acomodar nuestra autoimagen a un nuevo modelo, que pasemos de sentirnos omnipotentes y casi inmortales a considerar que tenemos que convivir con la decrepitud en un futuro más o menos próximo. Es un cambio de actitud mental lento, pero continuo, que todos y todas tendemos a hacer de manera inconsciente en cuanto las primeras canas asoman por el horizonte. Y este, justamente este, es el primer error que cometemos.

Cuando le preguntaron a Clint Eastwood cuál era su secreto para seguir activo y brillante a su edad, esta fue su respuesta: “se trata de no dejar entrar al viejo”. Una metáfora divertida para describir la resistencia a dejarse arrastrar hacia una mentalidad de decrepitud a medida que crecemos en edad. Continuando con su descripción: “Envejecer puede ser agradable, e incluso divertido, si sabes cómo emplear el tiempo, estás satisfecho de lo que has logrado y sigues conservando la ilusión”. A eso se le llama «no dejar entrar al viejo a casa»”.

La primera clave, pues, para retroceder en el tiempo es esta: no sentirse viej@ (o mayor o madurit@ o talludit@). Una actitud mental que evita enfocarse en los signos que suelen asociarse con el paso de los años: achaques, cansancio, falta de energía y, sobre todo, la comparación y la añoranza de lo que fue. Esta vuelta al pasado, anhelando tiempos mejores, solo sirve para destruirnos y empujarnos hacia el abismo.

Pero no es este el único ingrediente de la tarta que nos permite retroceder en el tiempo. Hay más y muy importantes. Mantenerse activ@ con proyectos de vida es otro de los componentes esenciales para sentirse bien haciéndose mayor. Tener ilusiones y trabajar en ellas no es exclusivo de la juventud, es un acicate de vida para cualquier edad, una motivación para levantarse cada mañana con energías renovadas y acometer un nuevo día pleno de expectativas. Puede que la forma que adquiera esa motivación en un joven de veinticuatro y en una persona de setenta y dos sean distintas, pero la esencia, el sentimiento que llena el corazón en ambos será idéntico.

Pero hay más ingredientes en esta receta de salud y bienestar para cualquier edad. Algunos en el terreno de lo psico-emocional, como mantener niveles bajos de estrés (la relajación guiada y el mindfulness, entre otras, son excelentes herramientas de apoyo), aprender a lidiar con las preocupaciones o desprenderse de la necesidad de aprobación. Otros están más relacionados con el cuerpo: el ejercicio físico (adaptado a cada situación personal), una dieta saludable o algunos suplementos que puedan ayudar a contrarrestar el desgaste que traen los años (la vitamina D o los antioxidantes pueden servir como ejemplo). En definitiva, se trata de no aceptar la idea de que hacerse mayor implica pérdida.

No cabe duda de que, a medida que avanzamos en edad, en especial cuando cruzamos la barrera de los sesenta (no olvidemos nuestra fortuna: algunos no llegan), necesitamos prestar una atención especial al vehículo que nos ha servido hasta ahora para disfrutar de la vida en el planeta. Pero cuidado, este vehículo no solo es físico, contiene más cosas, entre ellas la mente, que necesita ser cuidada igual o mejor que la parte orgánica. No olvidemos que la interacción entre mente y cuerpo es absoluta.

Siempre será posible, sea cual sea nuestra situación personal, acompañados de un mayor o menor grado de deterioro corporal y/o emocional, reemprender el camino de retroceso en el tiempo: para ganar en salud, ilusión, paz y felicidad, abriéndote a esta nueva etapa que se presenta en tu vida y que no tiene porque ser menos ni peor que cualquiera de las anteriores. Es más, enfócate en la vida, desvía tu atención de los achaques y enfermedades (sin desatenderlos) y ábrete a recibir los años con una actitud positiva, buscando nuevas ilusiones, nuevos proyectos de vida. Siempre tienes la oportunidad de recomenzar, de iniciar una nueva andadura si sabes poner freno a ese ser tembloroso, asustado y decrépito que llama a tu puerta: ¡No dejes entrar al viejo!

AQUÍ te dejo algunas estrategias para caminar hacia atrás en el tiempo

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