Desde pequeños, hemos crecido con la idea de que desear algo con fuerza es suficiente para que se haga realidad. Pedíamos a los Reyes Magos, soplábamos las velas del pastel o pedíamos deseos a las estrellas. Y aunque esta ilusión infantil tiene su encanto, con el tiempo nos damos cuenta de una verdad esencial: los deseos, por sí solos, no se cumplen. En la vida adulta, somos nosotros quienes debemos asumir el papel de aquellos que hacen magia, convirtiéndonos en los artífices de nuestros propios logros.
La carta a los Reyes Magos
Desde hace muchos años, coincidiendo con las fechas navideñas, suelo escribir mi particular carta a los Reyes Magos. No se trata de una carta en sentido estricto. Es más bien un análisis de lo que ha ocurrido en mi vida durante el año que termina, y una apuesta en pro de nuevos deseos y objetivos para el que comienza. Algo similar a lo que hacemos de pequeños, cuando volcamos ilusiones sobre un pedazo de papel esperando que unos seres mágicos las conviertan en realidad.
Con los años, terminamos por descubrir que nos han contado una mentira y que la magia, los magos y los deseos que se cumplen sin más, por el mero hecho de desearlos, no existen. A pesar de ello, seguimos trasmitiendo a los niños la misma “¿mentira?” una y otra vez. ¿Por qué?: ¿será que seguimos creyendo que vivimos en un mundo mágico, a pesar de que la razón nos niegue esa posibilidad?
Por qué no es suficiente con desear
Si prestamos atención, nos daremos cuenta de que nos pasamos la vida pidiendo. Comenzamos a hacerlo de bebés, cuando demandamos comida, abrigo, cariño y atención. Y seguimos haciéndolo de mayores, abarcando un amplio abanico de deseos por cumplir: que mejore mi salud, que María me haga caso, que mi hijo se comporte de otra manera, que me toque la lotería, que mi equipo gane, que me asciendan en el trabajo…
Deseos y más deseos. Peticiones que hacemos más o menos explícitamente y que indican que seguimos creyendo en la posibilidad de que algo mágico (un acontecimiento inesperado fuera de nuestro control) ocurra en cualquier momento. Un algo que mejorará nuestra vida y que nos será regalado por Dios, la suerte, el destino o vete a saber qué, sin que tengamos que hacer nada por nuestra parte más que desearlo. ¿De verdad somos tan ingenuos? ¿Es posible que sigamos creyendo que los deseos se cumplen sin más: sin un plan, sin una estrategia, sin unos objetivos definidos, ¿sin una motivación?
Los deseos, por sí mismos, no tienen poder transformador. No importa cuán grande o detallado sea tu deseo, si no estás dispuesto a actuar, no se logrará. Hay varios factores por los que solo desear no funciona:
1. Falta de dirección: Cuando solo deseas sin un plan, es como estar en un barco sin rumbo. No importa cuán fuerte sople el viento, nunca llegarás a tu destino.
2. Procrastinación: El acto de desear sin compromiso nos puede llevar a aplazar continuamente nuestras metas, postergando la acción indefinidamente.
3. Ausencia de responsabilidad: Desear que algo ocurra nos pone en un papel pasivo. Esperamos que las circunstancias externas cambien o que alguien más nos ayude. Pero solo tomando el control y asumiendo la responsabilidad es que realmente podemos avanzar hacia nuestros objetivos.
De los sueños a la acción: Clave del éxito
Un viaje de mil leguas comienza con un solo paso
Lao Tse
Pedir es un acto humano: algo innato y potenciado, además, por el acervo cultural que nos ha sido transmitido. Sin embargo, no hay que olvidar que las ilusiones que se quedan en simples deseos, difícilmente fructificarán. Es necesario el trabajo de los magos en la sombra que les den forma. De De pequeños, los magos están encarnados por mamá y papá. Con los años, terminamos por descubrirlo, aunque tendemos a olvidarlo y seguimos creyendo que un papá o una mamá magos seguirán proveyéndonos de dádivas y regalos, sin que tangamos que aportar nada por nuestra parte, pese a que la experiencia nos demuestra, una y otra vez, que no es así.
Esta creencia inconsciente, que perdura en muchos de nosotros, es causa frecuente del fracaso en el logro de objetivos, al omitir el ingrediente imprescindible que permite transformar los sueños en realidad: la puesta en escena del mago que llevamos dentro. Una vez superada la infancia, nos toca a nosotros ejercer de magos, aportando el tiempo, los medios y el trabajo necesario para adornar nuestro particular árbol de Navidad de ilusiones cumplidas. Siempre, sin olvidar que dar y recibir son cara y cruz de la misma moneda: cuánto más estemos dispuesto a dar, más recibiremos. Es ley universal contra la que no caben protestas ni rebeliones.
Dar más y pedir menos, no solo nos aporta más paz, comprensión y alegría, sino que potencia la motivación para trabajar en pos de nuestros deseos, transformándolos en realidades. Esta es la varita más importante del mago, la que le dota de capacidad para hacer su magia. Con ella consigue dar lo mejor de sí mismo. Es así, como sus peticiones se van cumpliendo sin que apenas se de cuenta.
Un buen mago crea, primero, una imagen mental clara y permanente de lo que desea materializar. Luego establece el plan para llevarlo a cabo y termina, centrándose en las acciones necesarias para su puesta en marcha, confiando en el éxito, pero sin obsesionarse con él.
Conviértete en tu propio Rey Mago: El poder del compromiso
El compromiso es una fuerza poderosa que va más allá de las simples ganas o motivación. Es una decisión firme de trabajar hacia nuestras metas, incluso cuando las cosas se ponen difíciles o la motivación desaparece. A continuación, algunas razones por las que el compromiso es la clave para cumplir deseos y alcanzar metas:
1. Te obliga a actuar: Cuando estás comprometido, no hay excusas. Te pones en marcha, aunque las condiciones no sean perfectas. Sabes que, para cumplir tus deseos, debes tomar decisiones y dar pasos concretos, ya sea grandes o pequeños.
2. Genera perseverancia: Los deseos y metas grandes rara vez se logran de la noche a la mañana. Requieren tiempo, esfuerzo y, en muchos casos, resistencia ante los fracasos. El compromiso te mantiene firme incluso cuando los resultados no son inmediatos.
3. Aporta claridad: El compromiso te obliga a ser claro con lo que realmente quieres. No basta con decir «quiero ser feliz» o «quiero tener éxito». Un compromiso sólido te lleva a **definir metas específicas** y a crear un plan detallado para alcanzarlas.
4. Te convierte en protagonista de tu vida: En lugar de ser un espectador que espera que las cosas ocurran, el compromiso te transforma en el **protagonista de tu historia**. Eres tú quien toma las riendas de tu vida, tus decisiones y tus acciones. Este empoderamiento es lo que, en última instancia, te permite hacer realidad tus deseos.
Acciones para comprometerte con tus deseos
Establece metas claras: El primer paso para comprometerte es saber exactamente qué quieres. Evita los deseos vagos. Por ejemplo, en lugar de decir «quiero tener éxito», di «quiero conseguir un ascenso en mi trabajo en los próximos 6 meses».
Elabora un plan de acción: El compromiso requiere un plan. No puedes avanzar sin una hoja de ruta que te guíe. Haz una lista de acciones concretas que te acerquen a tus objetivos.
Sé constante: La constancia es el reflejo del compromiso. Aunque tengas días malos, mantente en el camino. Incluso una pequeña acción diaria te llevará más cerca de tu meta.
Enfréntate a los retos con decisión: El compromiso no significa que todo será fácil. De hecho, enfrentarás desafíos. La diferencia es que, cuando estás comprometido, esos obstáculos no te detienen, sino que te impulsan a buscar soluciones.