Fracasar para triunfar

Los obstáculos se multiplican, las dificultades se acumulan, todo parece estar en contra. Has maldecido mil veces, otras tantas te has preguntado si es que la vida, Dios o quien quiera que sea, está empeñado en desbaratar tus planes. Porque pareciera que, cada vez que das un paso hacia adelante, el mundo entero se confabula para hacerte desistir. Has estado a punto de tirar la toalla varias veces. Aún no sabes bien porque no lo hiciste, pero en esta ocasión estás decidid@: vas a rendirte. ¡Ya es demasiado! Los últimos acontecimientos han sobrepasado lo soportable, te han desarmado.

Estás cansad@, agotad@ y enfadad@ con todo: con el mundo, con la vida, con los demás, contigo mismo. Y terminas por pensar que te has equivocado, que no era este el camino ni el modo de actuar, sea lo que sea lo que hubieses emprendido o decidido hacer. ¡Se acabó! ¡Te rindes! ¡Abandonas!

Y, sin embargo… Las cosas no son lo que parecen porque esta frustración, este continuo atranco puede ser un indicador de que vas por el buen camino. ¿Sorprendente?… No diré que no. Claro que puede resultar extraño, y hasta de locos, afirmar que, cuando todo parece ir en contra, es el momento de mantenernos firmes en nuestros objetivos, decisiones o intereses; que vamos por el buen camino… ¿Seguro?

No resulta fácil insistir cuando, una y otra vez, surgen barreras que nos impiden avanzar. Parece como si nos estuviesen diciendo: “abandona. Tu esfuerzo es inútil”. Sin embargo, la historia del éxito está sembrada de fracasos previos, de montañas que cierran el camino, de obstáculos que parecen imposibles de superar. No hay más que recordar a algunos de los “grandes fracasados” de la historia. Entre otros, Thomas Alba Edison, padre de la distribución eléctrica, con más de mil patentes en su haber y otros tantos fracasos estrepitosos; Stephen King que fue rechazado cientos de veces por las editoriales que se negaban a publicar sus libros y es, aún hoy, denigrado por críticos y académicos literarios; o los hermanos Wright con un sinnúmero de intentos fallidos antes de conseguir entrar en los anales de la historia de la aviación.  Todos ellos, y muchos más, saboteados por la vida, derrotados y zarandeados por las circunstancias, empujados a abandonar, pero … no se rindieron, no renunciaron, porque comprendieron que el fracaso era parte del éxito, un tributo inevitable que había que pagar. La tenacidad, basada en la confianza, era su arma secreta, su antídoto contra el desánimo.

¿Por qué las cosas son así? ¿Por qué nos lo ponen tan difícil cada vez que intentamos un cambio o nos proponemos un objetivo que nos ilusiona? ¿No parecería más lógico que las cosas saliesen bien si hemos escogido el camino adecuado?… Pues parece que no, que la realidad tiene otros criterios y otras leyes.

La lógica que gobierna el éxito tiene mucho que ver con el esfuerzo necesario para dominar cualquier actividad o situación novedosa. No resulta fácil, eso lo sabemos tú y yo, jugar al tenis como Rafa Nadal ni, tampoco, crear un imperio económico como Amazon. de la noche a la mañana, por mucho que la sociedad de consumo quiera inculcarnos la filosofía de “consígalo en un día”. Tanto Rafa Nadal como Jeff Bezos, fundador de Amazon, han pasado por un entrenamiento riguroso (puedes comprobarlo en sus biografías). Cada uno en su terreno, han fracasado cientos de veces y se han encontrado ante obstáculos en apariencia insalvables. Su persistencia, inmune al desánimo, les dio la victoria. Y no es que no tuvieran sus caídas, sus momentos duros, sus ganas de rendirse y abandonar en algún momento. Seguro que las tuvieron (como todo mortal). Sin embargo y pese a todo, la fuerza de su visión, motivación y, sobre todo, su tenacidad los mantuvo en la ruta hasta llegar al destino.

Sea cuál sea tu objetivo, tu interés o tu ilusión, cualquier cosa que te propongas necesita, como ingrediente imprescindible, la fuerza que imprime la constancia. Aparecerán dificultades, algunas aparentemente insalvables (en especial si persigues un gran objetivo). Y es que todo lo que vale la pena no es gratis, por mucho que la publicidad insista en vendernos “hable usted perfecto inglés en tres días” o “aprenda a pilotar un avión mientras duerme”, pueriles intentos para intentar suscribirnos a la filosofía de lo fácil, desechando el valor del trabajo y el esfuerzo.

No es que la vida, Dios o el mundo quiera ponérnoslo difícil. Se trata, más bien, de que necesitamos entrenarnos para conseguir alcanzar un objetivo determinado y los retos, los obstáculos y las dificultades forman parte del entrenamiento, de la rutina de ejercicios que debemos realizar a diario

¡No lo dudes! ¡Tú puedes lograr todo lo que te propongas!¡Claro que sí Eso es cierto, pero no lo es menos que necesitas perseverar en el camino que hayas elegido, sean cuales sean los atrancos con los que te encuentres! Es el secreto del éxito. Y aunque te vengas abajo en ocasiones, aunque pienses en tirar la toalla otras tantas y parezca que todo está en contra,  persistir será tu arma secreta, la que conseguirá llevarte a donde te propongas.

No te dejes engañar por las dificultades. No son impedimentos para hacerte desistir, ni maldiciones, ni obstáculos insalvables. Son retos, desafíos y aprendizajes que te estarán dotando de las experiencias y capacidades necesarias para lidiar con tu triunfo. Sin ellas. no serías capaz de soportar la presión, el coraje y la fuerza que exige el éxito.

Te propongo 4 claves para aumentar tu tenacidad

 

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