Osadía (el camino del guerrero)

La palabra osadía tiene su origen en el verbo latino “ausare” (atreverse). Sin embargo, la intención de su significado va más allá de esta definición para los propósitos de este artículo.

Ser osado significa, ante todo, mantener una actitud de confianza ante la Vida. Ser consciente de que los retos son la manera natural de aprender y evolucionar. Darse cuenta de que siempre tendremos reticencias ante las novedades, lo desconocido o lo inexplorado. Y saber que solo hay una manera de lanzarnos a dar nuestro primer salto desde el trampolín: hacerlo.

No es sinónimo de temerario ni de inconsciente, ni tan siquiera de arriesgado. Se complementa con la reflexión, la prudencia y el sentido común, y es enemigo acérrimo del miedo, la indecisión y todo tipo de emociones paralizantes.

Todos y todas hemos dejado pasar oportunidades de nuevas experiencias que nos resultaban apetecibles, atrayentes y deseables, frenados por una fuerza desconocida que nos impedía pasar a la acción. Puede que fuese el miedo, la vergüenza, la falta de confianza, la pereza o el sentimiento de incapacidad. Puede que nos convenciésemos de que mejor no hacerlo, a pesar de oír una voz que nos gritaba ¡adelante!

Tal vez, en ocasiones, recordamos la escena y nos arrepentimos de no haber sido capaces de pasar a la acción, aunque, seguramente, vendrá en nuestra ayuda el mismo argumento disuasorio para alejar el sentimiento de decepción: no hubiese valido la pena, esto no era para ti, el riesgo era demasiado grande.

De nada vale lamentarse, ni culparse, ni arrepentirse, si no nos sirve para cambiar el modo de enfrentarnos a los retos y tomar acción frente a nuestros deseos y sueños más profundos.

¿Será este el momento adecuado para que te replantees tu valor, tus capacidades, tu derecho a ser feliz, a escoger como quieres vivir, las experiencias por las que deseas pasar?

En todo ser humano hay instantes de despertar, de darse cuenta de todo un mundo que está ahí afuera, y del que no había sido consciente antes, atrapado en las rutinas, las creencias limitantes y el miedo a vivir. Son momentos de lucidez extrema, donde el corazón nos habla desde lo más profundo del Ser, en los que es fácil que las lágrimas hagan su aparición. No para llorar por la pérdida, por lo que pudo haber sido y no fue, sino para regocijarse en la grandeza que uno es y en las posibilidades infinitas que aún existen de cambiar el rumbo y aventurarse a experimentar la Vida en toda su fragancia.

Este puede ser uno de estos instantes mágicos. El tiempo de darte cuenta de tus infinitas posibilidades, de tu valía, de tu merecimiento, de que estás a tiempo de ser osad@, de dejar atrás las reticencias. Puedes, si quieres, comenzar a experimentar la agradable sensación de lanzarte a navegar por el río del devenir con las velas desplegadas.

Esta es la actitud del guerrero y la guerrera (de la Vida). Un ser impecable (en palabras de don Juan Matus, el maestro en los libros de Carlos Castaneda), capaz de entregar lo mejor de sí en cada situación, sin importar las circunstancias ni el resultado. Un ser que supera su miedo con la confianza, que acepta la Vida como una aventura y que sabe que nada tiene que perder, salvo el temor a experimentar. El guerrero no puede ser derrotado, ya que no acepta la derrota como opción. Sabe que tarde o temprano logrará lo que se propone, y el tiempo es para él la última de sus preocupaciones.

La osadía es la característica que define la acción del guerrero. Arraigado en la tierra de las oportunidades, animado por la fuerza de la confianza, y con la seguridad de que la Vida es una hermosa aventura para ser experimentada plenamente, impecablemente.

Atrevernos a desplegar las alas dará paso a descubrir nuestra capacidad de volar, de la que no éramos conscientes o habíamos olvidado. Será el despertar de la crisálida, la metamorfosis que puede llevarnos a nuevos niveles de existencia, donde los sueños y la realidad se confunden para converger en una armonía que lo abarca todo. Un lugar donde no importa el resultado ni las dificultades que podamos encontrarnos. Tan solo actuar como deseamos hacerlo, tal como nos dicta el corazón. Esto es lo que tiene valor, lo que aporta sentido a nuestra vida, lo que nos da la oportunidad de experimentar la plenitud de ser osados.

Si crees que es tu momento para la osadía, puedes comenzar tu camino AQUÍ
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