¿Cuánto crees que vales?

Todos hemos oído hablar de lo importante que resulta valorarnos. Un concepto relativamente nuevo que se maneja en distintos foros relacionados con el bienestar (psicología motivacional, desarrollo personal, coaching…)

Se supone que una persona que se autovalora disfruta de un mayor grado de felicidad personal, alcanza antes y con mayor tasa de éxito sus objetivos, y supera más fácilmente posibles problemas emocionales e incluso físicos. Pero, ¿qué significa en realidad valorarnos?

No resulta fácil definir este concepto sin caer en la tentación de confundirlo con otros vocablos con fama de peyorativos como prepotencia, engreimiento, chulería, narcisismo, etc. Por eso, va a ser más practico enfocarnos mejor en lo que NO ES, que en lo que es.

Valorarnos no es:

  • Mentirnos sobre lo que pensamos de nosotros mismos: de nada vale intentar convencerme de que soy una persona segura si yo no lo siento así
  • Ponernos por encima de otros: no necesitamos compararnos. Valorarnos en detrimento de que otros valgan menos, indica una baja autoestima (necesito que los demás sean menos para yo sentirme más)
  • Un objetivo a conseguir: no necesitamos cambiar nada, ni mejorar nada para sentirnos valiosos. Si pienso que tengo algo que lograr o que poseer (más delgad@, más ric@, más divertid@ o más guap@), como condición previa para darme valor, es que, de verdad, me creo poca cosa.
  • Una cualidad de personas reconocidas socialmente: nada tiene que ver el valor personal con la valoración social.

Valorarnos tiene más que ver con reconocer y aceptar todas mis particularidades, tanto lo que me gusta como lo que no me gusta de mí; es darnos cuenta de que somos el resultado de múltiples interconexiones y relaciones, herederos de nuestros ancestros, fruto de miles de experiencias e hijos, al fin y al cabo, de un universo plagado de miríadas de estrellas y galaxias.

Somos un milagro de la Vida, el resultado de millones de años de evolución y solo por esto debemos considerarnos valiosos, como lo es el sol, los árboles, los ríos y los cientos de seres humanos que han interactuado y seguirán haciéndolo con nosotros para darnos parte de ellos mismos en cada relación. Todos necesarios para el escenario de la vida como conjunto del que formamos parte.

Tenemos una deuda pendiente con las generaciones que nos han precedido: ellas nos han regalado su mejor saber hacer con el fin, consciente o inconsciente, de mejorar nuestra calidad de vida. Somos sus herederos, el resultado de miles de civilizaciones que nos han transmitido su conocimiento y sus experiencias. Solo por esto, tenemos la obligación de valorarnos: como tributo de agradecimiento al esfuerzo de millones de seres que han trabajado duramente para que hoy seamos lo que somos.

La valoración social es otra cosa. No tiene nada que ver con la valoración de la que hablamos. Se basa en parámetros más relacionados con el intercambio o la necesidad (te valoro porque te necesito o porque te admiro o porque te envidio o simplemente porque otros dicen que debes ser admirado…). Se trata de algo que depende en gran medida, de las modas y usos de cada época.

Tú eres el mágico resultado de la interrelación con la vida, una obra esculpida a través del esfuerzo, la dedicación, los descubrimientos, las subidas, las bajadas, los amores, los desamores, los enfrentamientos, las reconciliaciones, los deseos, los sueños, las alegrías, las decepciones… Todo eso eres tú. ¿Crees que no es valioso?

Valorarnos también significa darnos cuenta de que, al igual que nosotros, el otro también tiene valor. Pero ni más ni menos que yo, ni por encima ni por debajo, aunque la publicidad y el concepto de éxito mal entendido pretendan hacernos creer que hay seres humanos más importantes que otros. Este tipo de comparación se basa en criterios mercantilistas que nada aportan al bienestar real de la persona. La utilidad social, un término más afortunado cuando hablamos del impacto social de una vida, no se mide en términos de fama, ni de honor, ni de riqueza, sino en sonrisas (¿cuántas sonrisas has contribuido a generar a lo largo de tu vida?).

Tu valor solo te lo das tú, no depende de los otros, aunque tendamos a creer que sí. Tú eres valios@ por el mero hecho de existir, de ser en relación a los demás, por todo lo que has hecho, y también por lo que no has hecho. Tu vida tiene un enorme valor, y si no tú no estuvieras aquí, el mundo sería distinto. Esta es la profunda huella que deja tu existencia mientras caminas. ¡Dale el valor que se merece!

Si aún crees que vales poco, te invito a cambiar este concepto equivocado pulsando AQUÍ

Descarga tu libro GRATIS:Seis ingredientes esenciales para una vida en plenitud

Comparte este contenido

Deja un comentario