3 Claves para superar tus miedos

El miedo es un acompañante frecuente que todo ser humano conoce a la perfección. Nos ayuda a identificar peligros y poner en marcha mecanismos de supervivencia cuando nuestra vida se ve amenazada. Esta es su función primordial: protegernos ante situaciones arriesgadas o potencialmente letales, y nada habría, por tanto, que objetar a este importantísimo rol que cumple en nuestra vida.

El problema surge cuando le damos un mayor protagonismo del que le corresponde, identificando peligros que no son tales o viviendo como letales situaciones que, en absoluto, ponen en riesgo nuestra subsistencia. Esto es tan usual que hemos llegado admitir los cuadros de ansiedad, estrés y depresión como algo normal, a tenor de su enorme incidencia entre la población mundial.

Estamos enfermos de miedo. Esto es indudable. Tememos a la muerte, a la enfermedad, a perder el trabajo, al crac financiero, a las relaciones, a la soledad, a perder el favor de un ser querido, a sentirnos humillados o avergonzados. En realidad, recelamos de la vida misma, porque vivir implica todas estas posibilidades (lo negativo), aunque, también, contiene otras más atractivas (lo positivo) como disfrutar, servir, progresar, crecer, amar, ayudar y, en general, todo lo que nos hace sentir bien.

Si el miedo domina tu vida (es una emoción frecuente) puedes estar segur@ de que te estas enfocando en lo negativo mucho más que en lo positivo. Cuando alguna dificultad, problema o complicación se cruza en tu camino, tiendes a proyectarte hacia el futuro, imaginando que lo que viene va a llegar teñido de oscuridad. Y esto asusta. Tu temor está provocado por el rechazo a lo que anticipas va a suceder. Es una huida de tus propios pensamientos, una negación de lo que estás creando en tu mente. Lo que te da pavor es tan solo el macabro guion que estás elaborando con tus pensamientos catastrofistas, una historia inventada, sin más visos de realidad que los que estés dispuest@ a otorgarle.

La primera clave para superar el temor a lo que pueda suceder es cambiar el guion, modificar nuestras predicciones de futuro y acostumbrarnos a ejercer menos el papel de pitonisa. Se trata de dominar al desbocado caballo de la mente cuando nos lleva por derroteros de angustia y preocupación. ¿Cuántas de tus predicciones se han cumplido? Muy pocas, ¿verdad? Entonces, ¿crees que compensa hacerle caso a este falso vidente?

Cuando el temor viene generado por un cambio importante en las condiciones de vida (enfermedad grave, propia o de un ser querido, perdida del trabajo o negocio, muerte o desaparición de alguno de los íntimos…) nos sentimos amenazados. Nuestra zona de confort se resquebraja y necesitamos readaptarnos a la nueva situación. Es, entonces, el miedo a no ser capaz, a fracasar en el intento, el que domina nuestros pensamientos. Siempre es necesario un tiempo de luto para despedirnos de lo que fue y acoger lo que llega, lo que es. Es un lapso necesario para acomodarnos a las nuevas condiciones. Así debemos aceptarlo, acogiendo como normal e inevitable la necesidad de pasarlo mal por un tiempo, mientras decimos adiós.

La segunda clave para superar estas situaciones con el mínimo sufrimiento (no es necesario añadir angustia a la experiencia) es la aceptación. Aceptar lo que es, lo inevitable, por mucho que nos desagrade, disminuirá, considerablemente, el padecimiento y aumentará en mucho nuestra capacidad para acomodarnos al nuevo escenario. Para superar la situación, debemos mirar hacia el exterior. Evitar que el victimismo y la autocompasión nos aborden. Observar como la Vida sigue su rumbo, sin que desgracias personales, quejas, sufrimientos o sinsabores le afecten. Esto nos dará la visión necesaria para transitar nuestro luto con dolor, pero sin torturas innecesarias, y provistos de la confianza necesaria para adaptarnos a la nueva situación con éxito.

Vivir es un riesgo calculado. Resulta imposible movernos por este planeta sin que nos arriesguemos a perder algo, a sufrir alguna merma, a padecer algún dolor o, en definitiva, a pasar por las habituales experiencias por la que todo ser vivo debe pasar. Algunas van a resultar dolorosas o, incluso, traumáticas, pero es el peaje que hay que pagar por disfrutar de este maravilloso regalo que es la Vida. No hay alternativa. Es así, tal como es. Lo tomas o lo dejas. Y si lo dejas ya sabes lo que toca: fin del trayecto

No arriesgarse es no vivir. Quién menos arriesga, menos vive. Vida y muerte no son antónimos. Se suceden y superponen en una armonía perfecta. Comienzo y final no son enemigos. Forman parte de la misma familia. Uno no puede existir sin el otro. Se da la paradoja de que cuanto más arriesgamos (sin caer en la temeridad) más vivos nos sentimos, y menos temor a la muerte o a la perdida experimentamos.

La tercera clave para superar el miedo a fracasar, a no ser capaz, a ser osados , a intentar, cuando tratamos de introducir cambios importantes en nuestra vida o nuestro entorno, es la confianza. Confiar en que podemos, en que recibiremos ayuda, aunque no sepamos de quién ni cómo, en que encontraremos lo que buscamos, en que los obstáculos terminarán por allanarse.

Confiar significa agarrarse a una visión exitosa del futuro (lo contrario a la preocupación). Puede que sea una visión borrosa al principio, poco clara, difusa, pero que se aclara y define a medida que hacemos el camino, asumimos los riesgos y superamos las dificultades. Confiar no niega los impedimentos que, inevitablemente, vendrán al encuentro, pero sabe que sean cuáles sean, contaremos con la fuerza, la ayuda y la sabiduría necesarias para superarlos.

Pincha AQUÍ si quieres descubrir cómo incorporar a tu vida las tres claves para superar los miedos
Comparte este contenido

Deja un comentario